“Hay que llegar antes”
El miércoles 11 de diciembre, en el Espacio Colabora de la Intendencia de Montevideo, se realizó el cierre de año de las actividades del colectivo Fipana con un taller de prácticas, que contó con la participación de la especialista Carmen Rodríguez.
La actividad comenzó con las exposiciones de cuatro organizaciones integrantes del colectivo, que plantearon algunos desafíos del trabajo dentro del sistema de protección. Algunos de ellos estuvieron vinculados con aspectos de las trayectorias de vida de los niños, las niñas y los/as adolescentes, como el acceso a los servicios de salud mental, a la cultura y a la educación de calidad, el derecho a la integración social y la creación de redes de apoyo. Otros estuvieron relacionados al bienestar de los equipos de trabajo y a la necesidad de una mayor y mejor capacitación y recursos económicos para brindar respuestas más adecuadas a cada situación. Con respecto al egreso del sistema de protección, se cuestionó qué tipo de apoyos se brindan, tanto materiales como simbólicos, a los/as jóvenes que deben enfrentar una autonomía anticipada.
También surgieron experiencias sobre la adopción y el derecho a la convivencia familiar y comunitaria. En torno a este tema se planteó la interrogante acerca de qué discursos se construyen alrededor de los niños, las niñas y los/as adolescentes que viven en hogares de Inau (oficiales o en convenio). En este sentido, se planteó la necesidad de trabajar con las familias adoptantes sobre el imaginario del niño/a idealizado/a y confrontar esta idea con el/la niño/a real, poniendo de relevancia lo que implica la separación familiar para cada niño, niña o adolescente.
“El sistema 24 horas es el cuidado después del descuido. Pero este descuido no está en el orden de lo familiar ni de la parentalidad, porque las historias de los padres de estos gurises son historias similares. Hay que ir muy para atrás para encontrar el hilo”, comenzó señalando Carmen Rodríguez, doctora en Educación y licenciada en Psicología, luego de las exposiciones de las organizaciones.
Con respecto a las debilidades del sistema actual, Rodríguez afirmó que es necesario llegar antes a la vida de las familias: “Estar mejor significaría que pudimos intervenir con más músculo, con más fuerza, antes. Que logramos intervenir antes que la medida judicial: no con la institucionalización, sino con la atención en contexto, con los procesos de autonomía”.
El egreso sigue siendo uno de los nudos más complejos que debe desentrañar el sistema de protección. Cada año, aproximadamente 400 adolescentes que cumplen la mayoría de edad deben procurarse forzosamente una vida autónoma, con escasos recursos económicos y redes de contención. Al respecto, Rodríguez expresó: “Hay una luz clara, que es que cada adolescente debiera tener un programa de egreso con dos condiciones ineludibles: movilizar un conjunto de plata, pero también instalar en la vida de cada adolescente una persona que lo acompañe. Yo lo llamo postas parentales. Nadie se vuelve autónomo en esta vida sin depender, durante cierto tiempo, de una persona segura. ¿Hasta cuándo hay que quedarse en la vida de alguien? Hasta que te deje. Esa es la historia de la autonomía de los pibes”.
“La gran mayoría de las cosas que tenemos que hacer por ellos no se evalúan por los resultados que obtenemos, sino por principios. Son puntos de arranque, y no de llegada”, concluyó Rodríguez.
Con esta actividad, Fipana cerró un año de trabajo en el que, entre otras acciones, logró la conformación de sus nuevos estatutos y la elección de representantes.
El colectivo está integrado por Aldeas Infantiles SOS Uruguay, CAFF Amanecer, Hogar La Huella, Hogar Bancario, El Abrojo, ACAM, ICA, Asociación Cruz del Sur, Asociación Civil de la Iglesia Valdense, Cooperativa Arandú y Vida y Educación.