Su tiempo es hoy
Este 12 de agosto, como desde hace ya 20 años, se conmemora el Día Internacional de la Juventud. En Uruguay, más de un cuarto del total de la población tiene entre 14 y 29 años.
Hay tantas adolescencias y juventudes como maneras de transitarla. Concebir estas etapas como categorías homogéneas significaría desconocer la complejidad que reviste a las distintas experiencias y trayectorias de vida de cada uno/a de los y las adolescentes.
En los últimos años, y desde el hito marcado por la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), se han generado múltiples avances en programas y políticas públicas que intentan reforzar la concepción de niños, niñas y adolescentes como sujetos de derecho.
A nivel nacional, en 1990, junto con la creación del Instituto Nacional de la Juventud y la ratificación de parte de Uruguay de la CDN, se realizó en nuestro país la primera Encuesta Nacional de Juventud en América Latina. Desde ese año se han realizado cuatro encuestas (1990, 2008, 2013 y 2018) que han permitido relevar cifras y datos relacionados a distintas dimensiones como educación, empleo, salud, sexualidad, participación, tiempo libre, victimización y discriminación, entre otros.
Por otra parte, en 2004 se promulgó el nuevo Código de la Niñez y la Adolescencia y desde el 1.º de enero de este año está en vigencia la Ley de Empleo Juvenil, que tiene como objetivo la promoción de posibilidades laborales de calidad para adolescentes y jóvenes, incentivando a la vez su compatibilización con el estudio. Este año, además, el INJU se propone un balance del Plan de Acción de Juventudes 2015-2025, que pretende profundizar la generación de políticas públicas vinculadas a los/as jóvenes y producir cambios estructurales para este sector de la población.
Tomando como referencia estas herramientas y marcos normativos, como organización de la sociedad civil nuestro compromiso se basa en profundizar nuestro trabajo en la garantía del ejercicio real de sus derechos.
Para eso, es fundamental tener en cuenta la diversidad de sus trayectorias y las particularidades que atraviesan cada una de sus historias, trascender la visión que los/as etiqueta y que fomenta la exclusión, especialmente en quienes se encuentran en contextos más vulnerables. Entender a las adolescencias y las juventudes únicamente como etapas de transición, de cambios, de inestabilidad y de crisis no nos permite ver sus potencialidades.
Desde Aldeas Infantiles, en los últimos años hemos intensificado nuestro trabajo con adolescentes y jóvenes, brindando acompañamiento y fomentando habilidades.
Contamos con un equipo de asesores de jóvenes que ofrecen soporte en los procesos de egreso y autonomía hacia la vida adulta independiente, trabajamos con adolescentes y jóvenes cuyas familias se encuentran en situación de vulnerabilidad mediante equipos territoriales conveniados con el Programa Cercanías (Mides-Inau) activando redes y recursos institucionales disponibles en el territorio, gestionamos un Centro Juvenil, conveniado con Inau, en el que se proponen actividades lúdicas, recreativas y de apoyo pedagógico orientadas a brindar un espacio de participación a más de 50 adolescentes de entre 12 y 17 años en Paysandú e impulsamos alianzas con empresas para la inserción laboral y educativa.
Más allá del trabajo de atención directa, entendemos que una de las claves para el trabajo con adolescentes y jóvenes es promover espacios de participación reales en los que se amplifique su voz. Es por esto que en el correr de este año implementamos una encuesta que nos permitirá conocer de manera sistematizada la percepción de los/as adolescentes y jóvenes que participan de nuestros servicios.
Lejos de conformarnos con las propuestas que implementamos, nos preocupa y nos ocupa seguir buscando alternativas y modalidades que contribuyan a generar más y mejores oportunidades.
Nos importa poder ampliar la oferta educativa y laboral y promover el acceso a otros derechos básicos como la salud, la cultura y la vivienda, pero consideramos que la base para poder construir estas oportunidades es fomentar relaciones intergeneracionales basadas en la inclusión y el respeto que trasciendan una mirada tutelar.
Para ello es imprescindible romper brechas y deconstruir imaginarios que los/as colocan al margen de la niñez y de la adultez al mismo tiempo en un no lugar, en un espacio de transición.
Muchas veces se los/as suele rotular o etiquetar desde una mirada cargada de prejuicios y estigmatizante. También se analiza a las juventudes y se proponen “soluciones” desde enfoques adultocéntricos, sin considerar su derecho a la participación en este proceso.
Desde Aldeas Infantiles trabajamos para empoderarlos/as, no por creer que son el futuro, sino porque son presente y deben ser parte de sus decisiones y proyectos.
La adolescencia es una etapa fundamental del desarrollo, no un tiempo de espera.
Foto: Pablo Delamar
